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Se trata de una benzodiazepina que se obtiene de manera legal con prescripción médica en el sistema público o privado para tratar trastornos vinculados a la ansiedad o la depresión. Sin embargo, según precisan desde Senda, en los últimos años su consumo ha aumentado desmesuradamente entre la población infanto-juvenil que la ingiere al mismo nivel que el alcohol.

Es la droga que más ha incrementado su consumo en los últimos tres años en la Región de Coquimbo. Se trata de las Benzodiazepinas, generalmente en dosis de clonazepam, que hoy constituyen la sustancia de moda entre los adolescentes, levemente por detrás de la marihuana y prácticamente al mismo nivel que el alcohol. 

De hecho, hace poco resurgió un reto viral en las redes sociales, que tuvo un caso en la zona: “El reto del clonazepam”. Este desafío incita a los participantes a consumir este fármaco psicotrópico hasta quedarse dormidos y consiste en ingerir dosis individuales del medicamento por un sistema de rondas, en el que éstas van aumentando a medida que ninguno de los “competidores” sucumbe al efecto de sueño. El que permanece despierto por más tiempo es el ganador. 

Se encienden las alarmas

Es la directora regional de Senda Fernanda Alvarado, quien pone la voz de alerta respecto al creciente consumo del medicamento que se receta principalmente para tratar la depresión y la ansiedad. Según las cifras, en los centros de tratamientos para menores, un 26% de los usuarios en la región lo hizo por problemas con esta sustancia, que es legal, y tiene fines médicos, si se utiliza de buena manera, pero que puede llegar a ser letal si se usa buscando otros efectos.

“Es preocupante ver cómo el consumo de benzodiazepinas ha ido escalando entre los adolescentes. Sin duda que es el que más aumenta de manera progresiva, por eso es que nosotros tenemos que mantenernos alerta, sobre todo en nuestra población escolar, que son el grupo que está experimentando con estas drogas”, enfatiza Alvarado. 

Fácil acceso

En la misma línea, la psicóloga Edilia Bravo directora del Programa Ambulatorio Intensivo (PAI) Pierre Dübois, para la rehabilitación de alcohol y drogas, que atiende a jóvenes menores de 20 años, indica que el aumento del consumo de clonazepam ha sido materia de discusión entre los terapeutas, y no se encuentra la explicación del porqué el consumo se expande en la población infanto-juvenil.

“Es un fenómeno complejo el que se está dando, hay muchas variables que pueden incidir, una de ellas tiene que ver con el fácil acceso, y que son baratas. Una plaqueta de ‘trencitos’, como los llaman ellos, puede costar entre dos mil y tres mil pesos. Mucho más barato que otras drogas, además que si las mezclan con alcohol o marihuana, sus efectos son más rápidos”, sostuvo la psicóloga. 

Pero, ¿cuáles son sus efectos? Sucede que las benzodiazepinas como el clonazepan están indicadas principalmente para evitar crisis nerviosas o inducir el sueño, pero cuando se toman altas dosis, y, además, se mezclan con alcohol tienen un efecto paradójico, que en vez de adormecer a la persona, la activan. 

Está en todas partes

Ya lo decía la psicóloga Edilia Bravo, su fácil acceso es un elemento fundamental para que el clonazepam sea consumido de manera cada vez más masiva. Lo hemos experimentado. Basta con poner en Facebook la palabra “clonazepam” para que aparezcan diversos oferentes. Hicimos el experimento de contactarnos con uno y con toda normalidad nos indicó un punto de encuentro en Tierras Blancas y un horario determinado: A 15 mil las tres tiras, de 10 pastillas cada una. Un lucrativo negocio tomando en cuenta que en los consultorios o los hospitales se entregan de manera gratuita. 

También están las ferias libres. Según indicó el jefe de la Brigada Antinarcóticos de La Serena, el subcomisario Juan Diego García, “es común que estos lugares se presten para venta de elementos ilegales, y estos remedios no son la excepción. Es decir, claramente puede constituirse como un foco de ventas, y si alguien es sorprendido vendiendo o comprando, está sujeto a las sanciones que establece la ley de drogas”, expresó el policía. 

¿Cómo llegan a malas manos?

Una de las principales dudas es, cómo estas drogas llegan a malas manos, ya sea a un consumidor o a un traficante. En principio, la respuesta no sería tan compleja tomando en cuenta que de acuerdo a un estudio de la Universidad San Sebastián, al año en Chile se venden más de 4 millones de cajas de benzodiazepinas. Pero en este caso, hace falta tener en cuenta que la venta de manera legal es extremadamente restrictiva y controlada.

Así lo explica la Químico farmacéutica de la Liga Chilena de La Epilepsia, Patricia Iturrieta. “La venta está regulada, y tiene que realizarse exclusivamente en farmacias. En este caso la receta es retenida, es decir, cuando usted viene a comprar a la Liga, o a cualquier otra farmacia, yo le entrego el medicamento y me quedo con la receta para que no sea reutilizada. Además, tenemos que fijarnos en el detalle de lo que se prescribe, es decir, la cantidad, la fecha, todo, porque cualquier error puede generar un descuadre en nuestros libros, lo que puede significar que nos abran un sumario”, manifestó Iturrieta. 

En el sistema público la entrega se realiza en los hospitales y en los consultorios, bajo los mismos parámetros, según enfatiza la encargada del departamento de salud municipal GGV, Lorena Casarín. “Estos son medicamentos controlados. No somos los llamados a investigar de dónde salen los medicamentos que son mal utilizados. Cuando nosotros entregamos queda registrado en la ficha clínica. Yo desconozco de dónde sacan el clonazepam los adolescentes para drogarse, esa es una tarea que tienen que hacer las policías”, sostuvo Casarín. 

Desde el Servicio de Salud, el psiquiatra Sebastián Prieto Gajardo jefe del departamento de Salud Mental, expresó que hay una preocupación por el consumo de cualquier tipo de sustancia y la benzodiazepina no es la excepción.

“La supervisión es bien estricta, pero sabemos que hay un alto índice de consumo más allá de lo indicado (…) No tenemos cifras actualizadas, pero sabemos que históricamente en Chile hay un alto índice de consumo, la mayoría de manera legal, por tanto creemos que la principal forma de controlar este consumo ilícito no sea desde la vía clínica, sino desde la vía policial porque sabemos que existe un alto mercado negro, es cosa de ir a las ferias libres y darse cuenta que están ahí”, expresó el profesional. 

Una droga de larga data

Todos coinciden en lo mismo. La gran cantidad de clonazepam disponibles, son entregados legalmente, pero habría personas que nos los necesitan y manipulan a los médicos, ya sea para que les aumenten las dosis, o no les dejen de entregar, para luego venderlos en el mercado informal. Pero desde la Liga Chilena de La Epilepsia, Patricia Iturrieta, no descarta la falsificación de las recetas, sobre todo en farmacias.

“Me tocó trabajar durante muchos años en ellas, y la verdad es que pasa mucho, que se falsifican las recetas y el control no es tan estricto como acá, por ejemplo y pasan. Hay gente que se dedica a esta falsificación”, precisó. 

Pero, más allá de cómo se consiguen, el hecho es que los clonazepam llegaron para quedarse y están al alcance de todos. Pese a que ahora han proliferado, el fenómeno no es nuevo.

Según explica el psiquiatra y académico de la Universidad Católica del Norte, Héctor Carrasco, las benzodiazepinas –grupo al que pertenece el clonazepam- son medicamentos que fueron confeccionados para el manejo de la ansiedad y en algunos casos como inductores del sueño o relajantes musculares. Pero con el paso del tiempo, principalmente con la masificación del consumo del Valium, un derivado del Diazepam, los pacientes se fueron dando cuenta que el medicamento podía provocar otro tipo de sensaciones, como la evasión, euforia, si era consumida en dosis muy altas y también desinhibición.  

“Así se fue generando una adicción que hoy día podemos ver permanentemente con el clonazepam que si se mezcla con alcohol o con marihuana su efecto puede ser aún más potenciado. Se da en un grupo determinado porque se ha generado una cultura de consumo de esta sustancia, hay disponibilidad porque se vende incluso en las ferias libres. Es de bajo costo y por lo mismo, existe un gran consumo en escolares adolescentes”, precisa el profesional. 

En relación al daño cerebral que provoca el consumo excesivo del medicamento, Carrasco sostiene que el clonazepam provoca ciertamente una modificación de las estructuras cerebrales, que facilita los circuitos de adicción generando la dependencia física de la sustancia, porque se incorpora a la economía del cuerpo.

“Primero hay una dependencia psicológica, pero después hay una necesidad biológica que es muy peligrosa y que puede llevar, en consumo, incluso a la muerte,  y cuya abstinencia es muy potente. Además, de eso se van generando alteraciones como la pérdida de los reflejos y la memoria. En lo personal, creo que no es recomendable recetar la benzodiacepina en tratamientos crónicos, pero el problema es que cualquier médico, no necesariamente un especialista puede darla”, enfatizó el doctor Carrasco. 

 

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